Este concepto griego se refiere a un antiguo proceso médico de la tierra negra (Egipto) llamado Spagyria, cuyo significado es «extraer» (spaô) y «reunir» (ageyrô). Representa el principio de transmutación y sacralización de la materia, donde la filosofía hermética busca alcanzar una totalidad purificada. Estos términos abarcan tanto lo físico como lo metafísico, sugiriendo un viaje de constante destrucción y reconstrucción interna que culmina en un ascenso espiral, trascendiendo la materia para ser guiados por lo etéreo.
A lo largo de su evolución, la humanidad ha construido un entorno que la ha alejado de su esencia, apoyándose en doctrinas religiosas, la razón y la ciencia como fundamentos. Sin embargo, estas disciplinas ofrecen interpretaciones generalizadas que ignoran la singularidad y cuestionan los orígenes, identificando errores desde una perspectiva limitada y contaminada por una ceguera hacia otros conocimientos naturales y planos paralelos a la realidad sensorial, que nos conectan con nuestra existencia.
La religión católica, en particular, ha reclamado el derecho de interpretar una cosmovisión personal, ocultando y ridiculizando los lenguajes de las culturas ancestrales. Estas culturas poseían una conciencia más profunda sobre la unión de los cuerpos desde una perspectiva energética, logrando una armonía total entre el hábitat y lo habitado, así como un sentido genuino de espiritualidad.